domingo, 3 de abril de 2011

Algunas ideas para empezar.

Una vez que hemos dado forma y diseño a nuestro blog (en su apariencia y grafía), queda empezar a configurarlo en cuanto a la interrelación e intercambio con los compañeros/as del grupo de trabajo.

Ya aludimos en la presentación de inicio, que el blog se configura como una herramienta de trabajo útil, directa y fácil para aportarnos información entre todos; o bien para expresar opiniones varias sobre temas de interés. No falte decir que, lo más importante entre tales opiniones deberá ser la divergencia y el debate, puntos que favorecerán el enganche, y que, ya puestos en la nomenclatura escolar, garantizarán la motivación para entrar en el  blog y participar.

Así pues me lanzo a la piscina:

Hace poco dialogaba con un amigo sobre el modo en que funciona la escuela y las dificultades para establecer una educación plena y comprometida socialmente (sobre todo en lo que implica poder unificar la educación escolar con la familiar). Él me comentó entonces que, además de ese obstáculo, nos encontrábamos con otro en el plano académico, derivado de  la constante necesidad de la escuela por sumar contenidos en fechas concretas excesivamente teorizados. Tal situación (contada desde su experiencia como alumno) provocaba que la escuela fuera un lugar "terriblemente aburrido" donde no había nada que decir... Tan sólo se podía escuchar y memorizar y dado que esas dos cosas podrían resultar igualmente aburridas o monótonas (un curso detrás de otro), muchos de los alumnos/as podrían acabar renunciando a seguir estudiando o creando climas de tensión y desagrado en las aulas (como viene pasando en la actualidad)

Estando los dos de acuerdo, quise saber cuál pensaba que era la solución. Es decir, imaginando que contáramos con "el poder" para cambiar la escuela de modo práctico y económico: ¿cómo podríamos hacer de la escuela un lugar para el pensamiento y la formación de modo ameno y positivo?

Decidimos que se debería contar con clases reducidas en cuanto al número de alumnos/as y con una amplia y variada gama de recursos de trabajo ( si bien habría momentos para aglutinar varios grupos en actividades formativas); también era necesario combinar las clases teóricas con otras más prácticas, libres, y vinculadas al gusto del alumnado: música, nuevas tecnologías,  deporte, literatura, cine... De tal modo que si se impartía una hora de lengua, por ejemplo, luego se pudiera disponer de un taller libre sobre guitarra o baloncesto de igual duración... Dosificando las horas en la semana sobre las asignaturas clásicas, ganaríamos en calidad y mejores resultados al margen de los ritmos y características del alumnado. En "nuestro sueño" también se suprimían los exámenes por otras maneras de evaluación más apegadas al día a día y al valor funcional de lo trabajado en clase teóricamente.

Sus ideas me hicieron reflexionar... ¿Es realmente un sueño pensar en una escuela diferente? ¿Es necesario que la escuela cambie desde sus bases ante los problemas reales que vive?

Espero no haberos aburridos. Saludos compis blogeros!!

Inma Raquel.

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